Cuando Julieta volvió a pensar en todo, ya habían pasado unos días. Pensó que Ismael, después de todo, no tenía nada que ver con ella y era como un hermano para Leandro. El hecho de que no viniera a visitarla era algo esperable, así que no perdió mucho tiempo pensando en ello.
Pero que sufriera un accidente de tránsito tan grave que le lastimara la cabeza a causa de ella... se sintió culpable al instante.
De hecho, ninguna de las personas que la rodean podía acabar bien.
Ismael agitó la mano y dijo:
—Estoy bien, no es grave, no te lo tomes a pecho.
—Lo siento.
—Estoy bien, de veras.
Dalila resopló.
—Julieta, no puedes culpar a Leandro por sospechar de ti. Cualquiera que los vea a ustedes pensará mal. Tal vez, aquel accidente de tránsito fue provocado a propósito por alguien.
Al oír esto, Julieta la miró fríamente, y dijo:
—Dalila, ojo con lo que dices. He tenido un sólo hombre en toda mi vida, y ese es Leandro. Pero tú te has metido con varios ya, ¡quién sabe de quién estabas embara