Hernán eligió un restaurante cuya atmósfera era muy elegante. Su mesa reservada estaba al lado de la playa y tenía vistas al paisaje nocturno.
Después de pedir la comida, Hernán le sirvió una copa de vino a Julieta y luego empezó a girar su copa en su mano.
—Señorita Ruiz, realmente no esperaba que tuvieras una hija —dijo Hernán.
Julieta resopló y dijo:
—Hay muchas cosas que no sabes.
—¿Dónde está el papá de Dulce? —preguntó Hernán.
Ella guardó silencio por un momento y miró fijamente el cielo nocturno. Con calma, respondió:
—Murió.
Hernán quedó un poco asombrado y preguntó:
—¿Realmente murió o rompieron?
—¿Qué crees? —dijo Julieta.
Ella entrecerró los ojos, dando un sorbo al vino, y dijo:
—El vino no está mal.
Hernán rio y chocó su copa con la de ella.
—Está bien, no nos preocupemos por estos asuntos. De todos modos, no me importa si has estado casada antes o si tienes una hija. Dulce es adorable, y realmente me gusta.
Julieta casi escupió el vino que estaba bebiendo. Miró al hombre f