—No lo haré, no te abandonaré, Samuel. —Lloró Julieta—. Quiero verte crecer, ir a la escuela, a la universidad, casarte y tener hijos, y quiero acompañarte, siempre y para siempre…
Si no fuera a morir, realmente querría estar con él para siempre.
Samuel puso las manos a los lados y cerró el puño.
—Pero no te perdoné.
—Samuel, dame tiempo y lo sabrás todo, ¿está bien?
Los dos se abrazaron así durante un buen rato antes de que Samuel se separara de ella. Se dio la vuelta. La miró y la ayudó a arreglarse la ropa y la chaqueta.
—No me abraces así, ya no soy un niño.
A pesar de lo que dijo, Julieta estaba muy feliz. Sabía que Samuel estaba dispuesto a darle una oportunidad.
No importaba cuanto aceptara, al menos ella empezaba a abrir su corazón. Aún habría tiempo para eso más adelante. Algún día vería la verdad y encontraría el camino correcto.
—Samuel, ¿qué quieres comer? ¿Quieres acompañar a tu hermana al supermercado?
Samuel le lanzó una mirada.
—Hmm.
Aunque la cara de Samuel era fría y