"¿Ayudarme con Dalila?", pensó Julieta.
La oferta era bastante atractiva.
Sin embargo, Julieta creía que, si una persona traicionaba una vez, lo haría muchas veces más. Hizo una mueca y respondió:
—Jorge, no te creo.
Al principio, confiaba plenamente en él; después de todo, era un amigo de la infancia. Pensaba que él la ayudaría a regresar al mundo del diseño y estaría a su lado en los momentos difíciles, pero al final la traicionó una y otra vez.
Su menosprecio y su traición durante aquella noche en el hotel aún estaban frescos en su mente. Julieta no era ninguna santa y no perdonaba fácilmente.
—Julieta. —Jorge colocó las flores al final de la cama y la miró con los ojos llenos de desolación. Continuó—: Sé que ya no me crees. No me atrevo a pedirte más perdón. Pero en el futuro, ten cuidado. Dalila es mucho más perversa y complicada de lo que piensas.
Luego de decir aquello, se dio la vuelta y salió, pero al llegar a la puerta se detuvo un momento. Giró la cabeza, queriendo añadir a