En el momento en que el coche los golpeó, Ismael no dudó ni un segundo. Se giró y protegió a Julieta firmemente entre sus brazos.
—¡Cuidado! —gritó Ismael.
Con un fuerte sonido, el coche impactó contra un árbol. El choque dejó a Julieta mareada, con sangre brotando desde su frente y la vista borrosa por la sangre.
Intentó mover el brazo de Iván reiteradamente y lo llamaba:
—¿Iván? ¿Iván?
Pero sin importar cuántas veces Julieta lo llamara, él no respondía.
Lo único que podía pensar era: "No puedo permitir que le pase algo a Iván o todo habrá sido en vano."
Ni siquiera tuvo tiempo de ver las heridas de Ismael. Se arrastró con dificultad para sacudir a Iván, intentando despertarlo.
—Iván, despierta por favor, ¡te prohíbo que mueras! —gritaba una y otra vez con la voz ronca por el llanto.
—Señorita... —susurró Iván, de forma casi inaudible.
Pero al oír su voz, ella se llenó de alegría y respondió:
—¡Iván! ¿Estás bien?
—Señorita, lo siento, parece que no saldré de esta...
Su voz era baja y