36. Pecado y Santidad no se llevan
Permanezco con la cabeza apoyada en el asiento, me siento algo miserable y temerosa solo de pensar en tener a este sujeto tras de mí toda la vida... en que si llega el momento en que quiera estar con alguien él se encargará de arruinarlo ¿y todo para qué? No considero que sea un juguete divertido, molestarme parece ser su centro de motivación, pero parece que hay algo más, pongo los ojos en blanco para mi misma, como si no supiera lo que quiere...
El camino a casa de pronto se torna incómodo, el silencio asfixiante, el espacio me parece tan reducido, no puedo con esto.
— ¿Por qué estás tan obsesionado conmigo? Estoy segura de que no soy la única mujer en el mundo para la cual eres despreciable.- noto como una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios.
— Eres la primera con la que me he topado...
— Bueno, si te quedas estancado conmigo jamás descubrirás que hay muchas más, quizás a alguna de ellas, posiblemente, puedas convencer de llevarte a la cama.
— ¿Y quién dijo que quiero llev