Alessandro. — Ya déjala respirar un poco, cielos acabamos de salir de casa hace menos de una hora. Stefan me lanza una mirada de molestia, esta al teléfono preguntando a una de las empleadas si su querida Renata ya bajo a desayunar, me da gusto por ellos, lo digo en serio, pero no puedo evitar que se me revuelva el estómago cuando noto el amor revoloteando en el ambiente. — Oye... tengo hambre, tu hombre de confianza muere de hambre, me tienes trabajando en condiciones horribles.- Stefan pone los ojos en blanco y se concentra en el teclado de su teléfono. — Pararemos en alguna cafetería para comprar café, ¿Te parece bien, su majestad? — No, yo quiero unos huevos revueltos con tocino.- vuelve a mirarme, con esos ojos de molestia, no fuera Renata porque a ella si la mira bonito.— Uy ya, está bien un café me parece bien, con pan o galletas, tengo una dieta estricta y un hermoso cuerpo que cuidar. Pone los ojos en blanco, le indica al chofer parar en alguna cafetería de paso y en cu
Dania — ¿Cómo te fue en tu primer día de trabajo? La voz de mi padre me obliga a levantar la cabeza, estamos cenando todos juntos, mi madre tiene una sonrisa entusiasta en el rostro, me siento firme en mi lugar. — Pues en general, diría que regular... me costó mucho aprender a usar la tableta para los pedidos, la señora Andrea me dijo que sería pan comido, ya que era como mandar un texto del celular, pero le comenté que yo nunca he tenido un celular así que no sabía como usarlo, fue muy paciente conmigo, me enseñó y en unas cuantas horas logré hacerlo yo misma. Siento un poco dolorido el cuerpo, en especial las piernas por estar parada, pero con el tiempo me acostumbraré supongo. — Mañana te compraré un celular, no se me había ocurrido, pero creo que para los jóvenes son muy necesarios... — Eh escuchado que crean una adicción muy grande.- mi madre habla en lo que corta un trozo de filete y se lo lleva a la boca, mi padre se rasca la barbilla ligeramente, pensativo. — Eso ya depe
Dania Mantengo los ojos completamente cerrados y mis manos juntas, unidas palma contra palma a la altura de mi pecho; todo el salón se encuentra sumido en un silencio absoluto, mis oídos no logran percibir otra cosa que no sea algún sonido lejano del exterior, el canto de las aves o el sonido de las hojas al ser sacudidas por el viento; el templo de oración huele a madera, incienso y aceites, abro ligeramente uno de mis ojos solo para encontrar a todas las demás monjas a mi alrededor con los ojos cerrados y las cabezas bajas, absortas en sus plegarias.Los primeros minutos siempre hago mis comentarios y agradecimientos al señor, le agradezco por poder despertar un día más con salud, por tener un techo y alimento; al final le pido que siga cuidando de mí como lo ha hecho todo este tiempo, pido por el bien de los demás y después... mi cabeza comienza a divagar en otras cosas que no son dignas del momento destinado a la oración, como en sí el libro que leí me resultó un tanto aburrido,
Voy bajando las escaleras con mi maleta en una mano mientras la otra se desliza en la rugosa pared mientras desciendo, no es para sostenerme, en parte es una pequeña caricia para el muro, muro que mis manos cuándo eran pequeñas recorrieron por primera vez cuando subía y bajaba estas escaleras, una vez en el suelo me doy vuelta para mirar los escalones de concreto desgastado, escalones que ya no volveré a subir nuevamente.— Oye Dania...- me giro y veo a mi hermana Lili, abre mucho los ojos al tenerme de frente. — Wow... que bien tenías escondido ese par en el hábito religioso.— ¡Lili!. - le digo en lo que me abrazo a mí misma para cubrirme los pechos, no tengo idea de que me pasó, al cumplir los 17 años comenzaron a inflarse cada vez más, mi cuerpo es delgado así que llaman mucho la atención supongo. — Le encargué esta blusa a la hermana Sofía cuándo salió a la ciudad, pero cielos, no tenía idea de que la ropa estaba tan reducida. Ella suelta una risita y se acerca a donde estoy. —
Me pusieron mi trozo de pastel en una pequeña caja, para que lo llevara conmigo y terminarlo en mi casa..."mi nueva casa" algo que de solo pensarlo me deja un sentimiento extraño en el pecho, un lugar desconocido no podría considerarse un hogar, pero espero poder adaptarme pronto.Avanzo junto a la abadesa Gloria a la sala principal que es en donde me esperan mis padres para llevarme a casa, curiosamente mi maleta me parece muchísimo más pesada ahora, me siento muy nerviosa. Desde que me dejaron aquí a los 7 años solo he mirado unas pocas veces a mis padres, mamá no decía mucho, papa no decía nada, la ciudad está algo alejada de la zona excluida en donde se ubica el convento, además de que estaban muy ocupados, superándose como personas y tratando de ser mejores padres a lo que me dijo la abadesa, cierro los ojos un poco y suspiro antes de cruzar el umbral de la puerta, de pie esperan por mí en el centro de la sala un hombre y una mujer, sé que son mis padres, pero dentro de mí crece
Mamá dijo que la casa era grande, jamás imaginé que, de este tamaño, papá nos dejó en la entrada en lo que él iba a meter el auto en la cochera, permanezco plantada con mi pequeña maleta colgando de mi mano mientras mantengo la cabeza en alto, es una casa de dos pisos, el techo tiene forma triangular y noto una pequeña ventana hasta arriba, está muy pequeño para ser otro piso así que supongo que es el ático. — Vamos dentro, te llevaré a tu habitación.Asiento y mamá toma mi brazo para encaminarme al interior, en cuanto la puerta se abre el aroma a inciensos y velas aromáticas de vainilla me golpea la nariz, se me revuelve un poco el estómago por la mezcla de aromas. Un gran espacio libre nos recibe, hay muebles con floreros altos a los lados, mamá me toma de la mano para seguir avanzando, ya que comencé a disminuir el paso mientras observaba el... interesante tapiz de las paredes.— Ahí está la sala de estar.Señala del lado izquierdo y sigo la dirección de su dedo, está una estanci
Otra cualidad mía por así decirlo es que... soy muy trasparente, cuando algo me desagrada, no me esfuerzo por evitarlo, si estoy molesta o algo no me gusta quiero que los demás lo noten, así que espero que mis padres se den cuenta de que la presencia de este sujeto aquí, en mi nuevo hogar, no es de mi agrado, mi padre aclara la garganta. — Dania, Jerry va a la iglesia con nosotros... redirigió su camino y confió su vida al señor para reconstruir su persona y ser el hombre de bien que es ahora.Levanto una ceja, se diría que yo más que nadie después de venir de dónde vengo debería de confiar en los milagros de manera ciega, pero tratándose de ese hombre me permito el beneficio de la duda. — Todos en esta casa somos ciervos del señor, así que esperamos que lo trates como un hermano más Dania, "Debéis perdonaros los unos a los otros; pues el que no perdona las ofensas de su hermano, queda condenado ante el Señor" Me contengo de resoplar por la nariz, jamás había puesto en duda la pala
Ya han pasado dos semanas desde que llegué a casa, me gustaría decir que todo ha mejorado, pero no es así, me siento en punto muerto con mis padres. A lo que he podido ver en todo este tiempo es que mi madre es una persona completamente superficial, y mi padre es tan reservado que tendría que amenazarlo con un tenedor para que suelte más de 10 palabras consecutivas. Es domingo, estamos en la iglesia, como me lo dijeron todos los domingos, miércoles y viernes venimos a las misas, le conté a mi madre mis hábitos de rezo en el convento, así que venimos como 3 veces a la iglesia al día a rezar, a partir de la siguiente semana me tocará venir sola y sinceramente estoy algo emocionada de tener tiempo a solas. La misa se termina y como siempre se arman los grupitos a la salida que se ponen a platicar. — ¡Nora! ¡Hola! - una mujer que en ninguna de las veces anteriores había visto se acerca a mi madre que está colgada del brazo de mi padre, cuando mira a la mujer de cabello negro y largo s