Sasha siente cómo la sangre abandona su rostro, la sensación de que el suelo desaparece bajo sus pies. El aire en el pasillo parece congelarse a su alrededor; su respiración se vuelve dificultosa mientras la mirada helada de Miguel la atraviesa. Cada segundo que pasa es una tortura silenciosa, mientras procesa el peso de sus palabras y la presencia abrumadora del Genuino Alfa frente a ella.
Miguel avanza un paso, sus ojos fijos en los de ella, una mezcla de furia contenida y diversión perversa brillando en sus pupilas.
— Continúa, esclava — repite Miguel, su tono suave pero cargado de un peligro latente. — Disfrutaré mostrándole a tu padre cuán "valiente" es su hija.
El corazón de Sasha late con tanta fuerza que está segura de que todos a su alrededor pueden escucharlo. Su mente le grita que se disculpe, que retroceda, pero el orgullo y la ira aún arden en su pecho.
— Yo... — su voz falla, y traga saliva, intentando recuperar el control. — Solo dije la verdad.
Miguel arquea una ceja,