Gracias a la presencia de Luciana detrás de Sasha, ningún miembro de la manada se atrevió a meterse con ella. Sin embargo, lo único que Sasha notó fueron las miradas de superioridad que todos le dirigían. A pesar de esto, mantuvo la cabeza erguida a cada paso que daba, limpiando cada pasillo, incluso cuando algunas personas ensuciaron intencionalmente con sus zapatos. Sasha tragó su orgullo y rehizo el trabajo.
Ahora, está cumpliendo la segunda de las tres tareas asignadas.
— Señora Luciana — llama Sasha mientras frota uno de los escalones de la escalera. Luciana, de pie al pie de la escalera, la observa con calma.
— Sí, Sasha — responde Luciana, con voz suave y atenta.
Sasha duda por un momento, buscando las palabras adecuadas. Quiere entender más sobre el mundo al que ahora está atada como prisionera.
— ¿Puede contarme más sobre los lob... — comienza a decir, pero se corrige rápidamente. — Los lycans.
— ¿Qué sabes ya? — indaga Luciana, intentando medir cuánto conocimiento tiene Sash