¿Es de día o de noche?
¿Han pasado uno o cinco días?
Pedro ha perdido por completo la noción del tiempo en la oscuridad fría de la celda. La distinción entre día y noche se ha desvanecido en su mente. Para él, parece que han transcurrido semanas desde que fue encerrado allí, aunque quizás solo hayan sido unas pocas horas. El aire es pesado, cargado del hedor a humedad y desesperación. Nadie se molestó en limpiar la celda; lo dejaron sobre su propia orina y excrementos, sumiéndolo aún más en la miseria mientras inventaban historias sobre cómo su hija estaba siendo torturada, golpeada y cosas aún peores.
— Prisionero, el Gen...
— No me anuncies. — La respuesta corta y fría corta el aire, sin provocar ninguna reacción inmediata en Pedro.
La mente de Pedro está embotada por el cansancio y la desesperación. Recuerda que, después de que su hija fuera llevada por Luciana, durante toda una semana intentó regresar al casino para suplicar que Miguel le devolviera a su hija y lo tomara