— Tan grande... tan llena — gime Sasha, su voz entrecortada por el placer creciente, sus ojos cerrados mientras se pierde en las sensaciones desconocidas de su cuerpo.
Miguel sonríe, su lobo aúlla en su mente, deleitándose con la percepción del placer creciente de su hembra, y por un momento, Miguel no se preocupa en corregir a su bestia.
Después de algunos minutos, Sasha se mueve, dándole la autorización silenciosa para que continúe. Miguel comienza a moverse dentro de ella, lentamente al principio, deslizándose hacia dentro y fuera con una precisión deliberada que lo mantiene al borde de la locura.
Por primera vez, se contiene bajo una hembra, controlándose con una gentileza que ni siquiera sabía que era capaz de ofrecer. La vagina humana se ajusta a su miembro de una manera tan perfecta, como si estuviera hecha únicamente para recibirlo...
Compañera destinada.
La voz de su conciencia grita, y Miguel aprieta los dientes.
¡No! Como mi esclava, tiene que soportarme, maldita sea. Nada