Capítulo 234.
El aire parecía ser una especie de lápida que presionaba cada parte del cuerpo de Oleika y Rob.
Esa enorme cantidad de desertores, amenazantes con los ojos dilatados ante la expectativa de desmembrar, despedazar y consumir cada miembro de los cuerpos de sus presas, era todo lo que ellos necesitaban para sentir que el cuerpo y el alma se les iban a los pies.
Cada paso de ellos era un segundo más cerca de la muerte para nuestros guerreros.
— No creo que podamos salir de aquí con vida— susurra Oleika con el cuerpo temblando de forma inevitable, poniendo ambas manos en el vientre en un movimiento instintivo y protector hacia su pequeña criatura.
Su cuerpo temblaba, apenas había descubierto la posibilidad de ser algo más.
Esa necesidad que había estado apagada, oculta y en inminente a la espera de cualquier oportunidad, esa necesidad de… ser madre.
“He fallado, le he fallado a todos” pensaba Oleika que resignaba ante la inminente derrota “le fallé a él, le fallé a la manada y me fallo