Las luces de un nuevo mañana iluminaron poco a poco la habitación filtrándose los primeros rayos del sol.
— Mi bella durmiente, es hora de levantarse. Murmuro suavemente Agustin
— No quiero—, dijo Mónica con un puchero en su rostro escondiéndose bajo las sabanas — es fin de semana quedemos un momento mas, se le oyó decir a Mónica lo que divirtió a Agustin—.
—Tus órdenes serán cumplidas mi bella dama— ante estas palabras Mónica descubrió su rostro y se acurrucó en el fuerte y fornido pecho de Agustin.— ¿Te encuentras, bien? ¿No te sientes incómoda?, pregunto de repente Agustin.
— Estoy bien, murmuro Mónica escondiendo su rostro sonrojado hasta las orejas.
— ¿Segura? ¿No fui muy rudo?
— …, ante lo que dijo Agustin, Mónica pronto proyecto en su mente todo lo acontecido el día anterior a lo que solo abrió de par en par sus ojos y se escondió nuevamente en el pecho de Agustín para evitar ser descubierta por los pensamientos impuros que regresaban a su mente.
—Pfff, se rio nuevame