02. Primer amor

Gea Greenbil

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— En un mes voy a cenar con mis padres —suspiré—. ¿Qué haré? ¿Qué les diré? No sé qué hacer, Layla, nunca me he metido en problemas —.

— No te preocupes, no es para mucho. Tienes 23, es normal que tengas relaciones o parejas a esa edad. Tus padres deben de entenderlo y no despreciarte por eso. Solo es una regla estúpida —.

— No lo es, tú sabes el porqué. Mi familia siempre ha sido de omegas, la sequía de omega fue que los marco y los hizo poner reglas. Esos años fueron oscuros para los omegas, ya que los Alfas nos rebasaban en número y las necesidades de ellos tenían que ser atendidas —.

Me siento en el borde de mi cama, quería llorar, sentía una presión más que antes y me era difícil poder pensar. Todo parecía caerse a mi alrededor, ¿qué haría si mis padres se enteran?, sentí a Layla a mi lado que me abrazo al notar como comenzaba a llorar. Me escondí en su protección de Alfa que siempre muestra conmigo.

— No te desesperes con eso, son otros tiempos en los cuales estás más segura, por la diosa Gea, tu familia es de las más importantes. Nadie te haría daño sabiendo lo importante que es tu familia, los hospitales del distrito son dirigidos por tu familia y cientos de cosas más —acaricia mi cabello—. Ellos entenderán, pero por el momento guardaremos silencio. Vamos, hay que comprar pruebas de embarazo —.

Mi cuerpo tembló, ¿estaré embarazada?, mi mente permanecía en blanco sin saber qué hacer o que decir. Me sentía extraña por el hecho de que no sabía lo que podría ocurrir después.

— Iremos de compras para esconder la evidencia y que esa vieja no sospeche, lo más probable es que piense que son mías al verlo en la basura —la miro—. Ya sabes por qué mis padres no quieren a Jean, es mi omega y ellos querían a un alfa... Oh diosa... tus padres Gea —.

— ¿Mis padres? ¿Qué sucede con ellos? —.

— No, nada. Posiblemente, solo estoy exagerando, mejor vamos a comprar esas pruebas y a comprar ropa para ocultar tu vientre si es que estás embarazada —.

— Pero en estos momentos no se verá nada, debemos esperar —.

— Cielo, las omegas dan indicios de embarazo desde que su alfa les da su semilla. Solo vamos a descartar por un momento el embarazo —.

Asentí, seguí ahí sentada hasta ver que Layla se cambió de ropa. El tiempo parecía ser más rápido en este momento, antes todo era aburrido y mi vida solo seguía la ruta que me llevaría al éxito como a mis padres.

Layla tomo mi mano sacándome del cuarto, no prestaba mucha atención a lo que ocurría a mi alrededor. Sentí el aire helado cubrir mi cuerpo al momento de salir de aquella casa, miro mi alrededor, Layla me llevo con ella caminando hacia la salida de la universidad.

Mis mejillas ardían por los nervios que sentía en este momento, tenía miedo que cualquiera escuchara mis pensamientos y supiera que es lo que ocurre o hacia donde íbamos y que compraríamos.

Cuando me di cuenta ya estábamos en el centro comercial, no sabía de qué hablaba Layla al no prestarle mucha atención. Seguía con miedo, temblaba y estaba nerviosa. Estaba estresada, aunque fuera algo que no aparentara a simple vista.

Mire por un momento lo que me rodeaba e hice una mueca, observe a Layla distraída mirando ropa para bebes. Sé que aunque quiera mi idea cualquiera se enternece a la idea de crías, es algo que siempre sucede, creo que mis padres también se harían a la idea. Pero de igual forma no estarían de acuerdo con esto.

Al salir del local mire las decoraciones por la temporada de frío e igual la gran multitud, baje mi rostro algo miedosa por la gente. Suspire cuando choque con alguien y cerré mis ojos, las manos de esa persona me apartaron y abrí mis ojos algo energética. 

Mis ojos se alzaron queriendo ver quien era esa persona, de extraña forma mi cuerpo parecía conocer ese tacto. Era como si mi naturaleza pidiera a aquella persona. Mire cada rastro de él, su rostro era hermoso, sus facciones eran rudas haciéndolo ver cada vez más temible, ¿es un Alfa? Parece serlo. 

Suspire lamiendo mis labios, los ojos azules de ese hombre me miraban. Mi atención se centró en su aroma, antes lo había olido, me acerqué un poco a él siguiendo mi naturaleza, cerrando por un momento mis ojos. Escuche su tos falsa y abrí mis ojos alejándome.

— Lo siento —. 

Baje mi rostro un poco avergonzada, sonreí alzando mi rostro y camine alejándome. Era extraño, es como si conociera a ese hombre que nunca había visto.

— Aquí estás —.

El brazo de Layla se enredó rápidamente al mío, me sentí algo culposa, mi omega interior reclamaba a alguien que no conocía a alguien que solo tomo mis brazos para alejarme forzosamente de su lado por ser un invasor a su espacio.

Parecía ser alguien malo, su vibra era esa. Su altura y cuerpo parecían estar de la mano, daba una apariencia ruda, puesto que su rostro, con ojos grandes y labios gruesos, acompañada de una nariz perfecta y unas cejas poco pobladas. Era simplemente hermoso. 

Me sentía incompleta después de haberlo visto.

— ¿Sucede algo? —.

— No, nada —.

— ¿Segura? —.

— Layla... ¿Cómo sabes que te gusta alguien? —.

Se detuvo, los ojos audaces de ella me miraron. Sabía que estaba asombrada, nunca me había interesado nadie. Siempre fui muy escéptica ante los sentimientos, me alejaba de cualquiera o solo los ignoraba. Desde pequeña fui una omega muy pretendida por varios otros alfas, siempre escuchaba a personas a mi alrededor, estar enamoradas de mí o declararse frente a mí.

— Usualmente, algo de esa persona te parece único sobre otros —aquel hombre tenía una cabellera blanca, nunca había visto a alguien con dicho color de cabello—. Acaso, ¿alguien logro hechizar el corazón de la única hija de los Greenbil? —.

Sentí ardor en mis mejillas y solo miré hacia otro lado, mis ojos lograron captar a aquel hombre que en lo lejano miraba hacia el lugar donde yo me encontraba. ¿Tendrá pareja? Si no fuera por mi vergüenza hubiera preguntado, puedo ser muy suelta al hablar. Aunque en estos momentos no estoy bien.

— Gea, ¿quieres de comer algo? —.

— Sí, chuletas de puerco —.

— Asco, pero está bien. ¿Sigues sin recordar lo que sucedió? —.

— Me siento tonta al no poder recordar, sé que es de piel clara y su aroma parece único —.

— Vaya, ¿qué King será? Tenemos a un doctor, un abogado y un hombre de negocios —Layla creció al lado de ellos, siendo una Alfa, sus padres la rodearon de su rango a excepción de mí. Aunque siempre me protege, no es lo mismo convivir con un alfa que con un omega—. Los tres son buenas elecciones, pero solo dos creo son mejores detallistas con omegas. Wyatt es el único que parece no tener sentimientos, así que lo descartamos —.

— ¿Wyatt? —.

— Es el mayor y un insoportable, no sé cómo se ve en estos momentos, pero como tú no recuerdas no puedo ser de mucha ayuda. Aun así, siempre escuche de Wilson y William que Wyatt es un sínico que odia a los omegas sin razón alguna —.

Bajo mi rostro, no sabía que había Alfas que odiaban a los de mi rango. Era algo nuevo y quería descubrir porque esa persona odiaba lo que era.

— Conozco el mejor puesto de chuletas, yo te compro la comida por hoy —.

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Mi rostro cayó sobre mis libros, cerré mis ojos y ese recuerdo de unos labios gruesos me hicieron volverlos a abrir. Pensé que al ser otro día algo cambiaría, pero aún parece que mi cuerpo recuerda quien es ese sujeto. Pero algo que me logro quitar la presión que sentía fueron esas pruebas, aunque Layla sugirió que volviera a hacerme esas pruebas en unos meses más o en unas semanas.

No sé si pueda, con los estudios, termino distraída y sin poder pensar en lo otro. Solo me concentro y termino perdida, al término de los exámenes termino confundida y sin saber qué me ocurrió un mes atrás.

Vuelvo a cerrar mis ojos queriendo que algo más que esos labios aparezcan en mis recuerdos. Aprieto mis manos un poco y antes de que me dé cuenta mi cuerpo se impulsa levantándome de mi asiento, en ojos de otros tomo mis cosas algo ansiosa y salgo corriendo de la biblioteca.

En semanas de exámenes está siempre está repleta de estudiantes, por lo que dentro de mí siento pánico al ser mirada por varios.

Me detuve al sentir aquel aire frío que tanto me envolvía, era algo que me dejaba respirar y enfriaba mis pensamientos. Podía sentir como mi naturaleza pedía a aquel hombre que me hizo suya en una noche que no recuerdo. Paso mis manos por mi cabello sintiendo el frío que envuelve mi cabello, observo que varios me miran y sé que es por mis mejillas rojas que al interactuar con el frío se vuelven de una forma atrayentes.

Mis ojos captan algo blanco fuera de la nieve y me apresuro, ¿será aquel hombre?, ¿qué hace en una universidad?, ¿será estudiante? Tenía tanto en mi cabeza en estos momentos, no conocía tampoco a este hombre, pero algo me decía que tenía que estar cerca de él.

Lamí mis labios secos por el frío y me detuve al notar que él se detuvo en seco, ¿me habrá visto? Me giro hacia otro lado sacando mi celular y tomando una foto al paisaje, siendo lo primero que se me ocurre, de reojo miro que ese hombre sigue caminando y apresuro mi paso.

Parece que al ser demasiado alto su paso es más veloz, pero no importa, quiero ver si es el mismo hombre que vi en el centro comercial. Sus pasos se detienen después de unos minutos y por lo mismo yo me detengo, se gira y entra hacia la tienda por lo que hago lo mismo.

Desde un pasillo lejano lo miro, va a la sección de café. Cuando gira su rostro bajo el mío y miro los productos de la tienda, algunos panes y galletas son lo que veo, por lo que agarro algo para no verme obvia.

— Omega —.

Miro a Jean que me ha sacado un susto haciendo que suelte las galletas de mis manos, me agacho por estas y vuelvo a mirarlo.

— ¿A quién espiamos? —.

— A nadie, ¿de qué hablas? —.

— Bueno, es que parece que haces eso. ¿Te gusta ese hombre?, ¿quieres que te lo presente? —.

— No, no, no — salgo ahuyentada por Jean, sin mirar bien topo contra el brazo de alguien, sé quien es, pero no quiero mirarlo—. Lo siento —.

Salgo de la tienda con miedo a que me descubran, sé que muchos denuncian por ser acosados. No quiero que suceda eso conmigo, aunque podría correr el riesgo, puesto que mi corazón se acelera al ver ese cabello blanco y olfatear su perfume.

Me detengo y giro mi rostro un poco notando que ahí está él, sus ojos azules me miran siendo algo que me hace sentir ansiosa por lo que apresuro mi paso huyendo de aquel hombre con miedo a que él me meta en problemas y me haga daño.

Vuelvo a detenerme cuando no siento esa mirada, suspiro un poco algo agotada y miro mi alrededor, Jean camina con tranquilidad hacia donde estoy y solo me siento en la primera banca que veo. Me pierdo un poco en mis recuerdos intentando ver si recuerdo algo más, pero ahora unos ojos rojos aparecen junto con esos labios gruesos.

Parpadeo mirando que Jean está a mi lado.

— No sabía que te gustaban los Alfas así, es nuevo, ¿será tu primer amor? —. Me ruborizo un poco.

— No —.

— Esas mejillas rojas no me van a mentir, no te has visto a un espejo Gea —. Se ríe un poco de mí.

— Digo la verdad, a mí nunca me ha gustado nadie y sigue sin suceder eso, debo de seguir las reglas —.

— Dijo que eras linda —.

— ¿En serio? —lo miro entusiasmada—. ¿Dijo algo más? —.

— No sé, solo escuché eso pequeña. Pero, ¿tú no sabes quién es él? Oh, omega, no sabes con quién te has metido. Acaso no reconoces a uno de los King, vaya, eres tan inocente. Su rostro está en todas las noticias, pero parece que odia a los omegas —.

— ¿Qué? —.

— No te pongas triste, dijo que eras linda y eres omega. Podrás ser su vitamina que quite su odio por nuestro rango, pequeña —acaricia mi cabello—. Bueno tengo clases, prima hermosa, así que me tengo que ir. Suerte en tus prácticas —.

Lo despido alzando mi mano, lo sigo mirando, anhelando un poco de su vida. Aunque somos familia, él puede ser lo que quiera y salir con quien quiera. Mi tía Loren parece haber querido que su hijo no siga con reglas que parecen asfixiantes a un punto que odias seguir con ellas.

Tomo mi celular y busco un poco, Wyatt King, mi respiración se acelera al ver una foto de él. Siento cosquillas en mi cuerpo mientras miro más imágenes de él, parece que lleva solo unos pocos días en los que ha llegado. Y a simple vista parece muy interesante.

— Gea, no, no puedes estar perdida por un Alfa malo y que no sigue con lo que tu familia quiere para ti —.

Menciono haciéndome a la idea de que debo de seguir y que no debo de hacer, suspiro un poco siendo algo profunda. Miro la hora en mi teléfono y me levanto siendo apresurada, llegaré tarde al hospital y es algo que no puedo hacer, mancharía mi historial y mis padres me regañarían.

Aun recuerdo cuando algunos pensaban que al ser el hospital de mis padres recibiría algún tipo de facilidad. Pero al contrario es más dificultad la que recibo, siempre me ponen casos difíciles y mi padre cuestiona mucho mi rango, por lo que siempre me pone pacientes que son Alfas.

Varias veces más miro el reloj, voy tarde y aunque camine con rapidez sé que llegue tarde para tomar el camión a tiempo. Me rindo y escucho como alguien pita, giro mi rostro y un señor me llama, por lo que camino hacia el carro, la ventana de la parte trasera baja lentamente y aquel hombre aparece.

— Sube —.

— ¿Disculpe? —.

— Sube, te llevaré —. Dijo autoritario.

Mi instinto se activó al momento de que él usara esa voz autoritaria, tome la puerta con algo de inseguridad, pero me subí. No sabía muy bien si él me reconocía como una Greenbil, ya que muchos sabían que en mi familia son muy sumisos los omegas.

Sentí aquel temblor en mi cuerpo, no había dormido aún y mi cuerpo parecía tomarme desde ese punto, bostece un poco cansada, pero no pensaba rendirme y caer en el carro de un extraño. Tome mi bolso con fuerza, apreté mis piernas con algo de fuerza remordiendo algo dentro de mí. 

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Eso es todo por hoy. . .

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