Estábamos todos arreglados para la reunión de Eduardo José. —Estas tres semanas se había pasado muy rápido: los niños, el evento del cumpleaños, el trabajo, el colegio, la construcción, que se tardó una semana más porque los dos arquitectos debieron viajar de urgencia con César y Fernanda a ver algo que se presentó de última hora en el hotel que estaban construyendo en Jamaica y David lideraba.
Llegaron hace unos días y retomaron lo que fuera que estuvieran haciendo. Por eso se atrasó la entrega, pero a mi parecer ya debieron de haber terminado, porque no hay trabajadores. Luego se unió con el cumpleaños de nuestro hijo y nos enfocamos en la celebración del primer año. —miré a los invitados—. Nuestra casa se encontraba llena, los niños corrían en el patio, la organizadora hizo lo que deseaba; sencillo y hermoso. Mientras supervisaba la entrega de helados. Recordé cuando ingresamos en el concesionario.
Sí, una de las sorpresas de José Eduardo era regalarme un carro, su camioneta volvió