— Eres mi mejor amigo Nacho – sonrió Konstantin - ¿Quién diría que acabarías siendo hasta mi confidente?
— También eres mi mejor amigo y sabes cuanto te aprecio – le sonrió – Ahora dejemos esas joterias.
— Bien – los dos rieron – Hablando en serio Nacho – lo miró – Quiero que tomes mi puesto.
— ¿Qué? ¿Estás jugando?
— No, hablo muy enserio. Estás capacitado para mí puesto.
— No digo que no lo sea, pero Konstantin no lo tomaré – lo miró – Con todo respeto, me honras, pero no quiero dirigir, ser jefe o estar metido en una oficina la mayor parte del tiempo. Sé que no quieres el puesto, pero no me lo des a mí. Mi vida es estar en las calles haciendo un bien mayor, lo siento.
— Lo comprendo – palmeo su hombro – Confío en ti para esto, pero tienes razón. Tu estas mejor fuera – le sonrió.
— Me honras, pero jamás tomaré tu puesto Konstantin. Prefiero morir haciendo mi deber que en un escritorio.
Ahora…
Konstantin acomodaba el nudo de su corbata, cuando vio a Mía entrando a su habitación.
— ¿