En verdad el alcohol comenzaba a relajarme incluso más de lo que debería. Conversar con este hombre como si las cosas estuvieran bien solo podía ser producto de esa bebida.
— Te quiero a mi lado.
— Quieres que trabaje para ti? No te serviría como un matón.
— Sigues sin entender? No estoy interesado en ser mentor tuyo, te quiero a ti, conmigo.
— Yo-- yo nunca. — Edie que estás haciendo? ¡Debo dejar de beber!
— Tú nunca qué? — Pregunta acercándose más haciendo que un cosquilleo paseara por mi cuerpo.
— Jamás he estado con alguien ¿si no te gusto? ¿También vas a matarme? ¡Yo no quiero morir! — Mis lágrimas comienzan a formarse en mis ojos y me siento patético.
— Estoy tan seguro, que podrías sorprenderte de lo bueno que eres. — Levantando una mano a mi rostro acaricia mi mejilla esparciendo mis lágrimas. — Quiero que dejes de tenerme miedo, en verdad, jamás te haría daño.
— Y si no me gusta?
— Si no lo pruebas no lo sabrás.
Quedo en silencio, y sé que lo que está pasando con mi cuerpo me