Aidan caminaba varios pasos detrás de Lucian. Sus manos sujetadas detrás de su espalda recta y su mirada fija en el lobo delante de él. Por su parte los hombros de Lucian estaban sumamente tensos y caminaba refunfuñando a pesar de que la mañana era bastante agradable.
El lobo recordaba su salida ocultándoselo a todos los miembros de la manada, incluyendo a Lukyan. De seguro su madre regañaría a su padre y su tío lo haría también. Solo se había ido sin más. Así era mejor. No quería que ellos se encariñaran más con él y lo extrañaran. Por lo que había hecho su presencia lo menos notable posible. Su padre fue el único que lo despidió antes de partir.
-En serio me parece increíble que haya terminado así- protestaba Lucian en voz alta, pero para sí mismo- Que un simple cachorro se haya impuesto de esa forma-
Aidan solo alzó una ceja. Solo era una crisis emocional del momento lo que le ocurría al lobo. Ya se acostumbraría. Y si no lo hacía, él se encargaría que así fuera.
-Ese maldito Dante