DANAUna mañana cuando me despierto en la nueva casa, dejo a Killian durmiendo y bajo a la cocina a preparar el desayuno. Ha estado muy ocupado últimamente con llamadas de cosas de la banda, remodelando la habitación de nuestra hija con ayuda de algunos chicos de la banda que vienen a montar muebles y a pintar, y con la empresa. Yo me pasé tantos años sabiendo cosas de esa empresa y de la gestión que llevaba Carl que a veces le ayudo cuando siento que ninguno sabe lo que hacer con un negocio como ese. Prefiero no pensar mucho en la parte ilegal del mundo en el que está metido. A veces pienso en lo que era mi familia antes, en Jess y en mi madre, lo hago mucho últimamente porque sé que hay una nueva reunión de bandas y que me tocará ir, Killian lo ha dejado caer. He estado mucho sin pensar en ellas, desde que pasó lo de Killian no tuve el lujo de pensar en nada que no fuera él y mi embarazo. Y cuando despertó yo solo podía pensar en ser feliz, en nada más.—Te he dicho que no hagas ca
KILLIANEs guapísima.Cada mañana me quedo admirándola durante un buen rato, está preciosa tumbada en nuestra cama. Duerme mucho, sé que está agotada de este último mes y se lo merece todo por aguantar a nuestra hija dentro. Veo como se revuelve, mi camiseta se le sube hasta descubrir sus bragas y se queja. Me acerco y le termino de subir la camiseta hasta por debajo de las tetas. Se nota como patea y no deja a su madre en paz. Deja de moverse cuando pongos mis manos sobre ella.—Gracias —musita Dana adormilada.Me encorvo sobre su cuerpo para besarla. Si por mi fuera la tendríamos ya con nosotros. Queda menos, queda una semana para que salga de cuentas y siempre la tengo por ahí descansando, sentada en el sofá, quejándose, intento como puedo hacerlo más ameno.Intenta ayudarme a hacer la cena pero gimotea al rato de estar de pie.—Me duele, Killian —lloriquea casi a punto de llorar. Es la primera vez que se porta tan débil.—¿Qué te duele?Me clava las uñas en el brazo cuando se incl
DANAMe despierto esa mañana súper agotada pero enérgica. Las piernas todavía me tiemblan cuando camino entre la ropa tirada por el suelo buscando mis gafas (que casi las piso) y me pongo una de las camisetas de Killian para bajar a la cocina. Nuestra bebé de casi dos años sigue dormida en su cuarto y el olor a café me llega a mitad de las escaleras. Quiero tirarme encima de él cuando lo veo descamisado en la cocina, con todos esos músculos perfectamente entrenados y siendo tan... Killian. A veces me parece mentira que sea tan fácil querer a alguien tanto como yo lo quiero a él y como él me demuestra que me quiere a mi.Me enredo en su espalda envolviéndolo con mis brazos y aplastando la cara contra su espalda. El calor de su cuerpo me envuelve a mi y podría volver a quedarme dormida.—Iba a subirte el desayuno a la cama —dice con su voz ronca de por las mañanas. Levanta el brazo y deja que me cuele entre su cuerpo y la encimera—. ¿Estás bien?Sus labios me besan la frente y bajan le
DANAUn par de años después, cuando Sofía ha cumplido cinco años y no deja de usar a Josh (hijo de dos años de Andrea y Ben) como un muñeco de trapo al que puede mangonear para jugar con sus muñecas, me entero.—¿Estás segura? ¿Al cien por cien?—Me siento igual que cuando me quedé embarazada la primera vez y el test dio positivo. ¿Se lo debería decir o voy primero al médico?Con el embarazo de Sofía fue todo muy diferente porque no tenía a Killian para mi durante los primeros meses. Ahora, si resulta que lo estoy, me gustaría que me acompañaría desde el inicio.Desde ahora, sobre todo porque lo hemos estado buscando desde hace... bueno, desde hace un mes o dos que volvimos a hablar de tener otro bebé.—Díselo. Últimamente está de lo más irritante con la banda y por el club, a ver si eso le pone de mejor humor.Ya lo sé, y a veces trae ese mal humor a casa y terminamos discutiendo. Sé que hay problemas ahí fuera, que han perdido dinero y otras cosas y que mi padre se ha enfrentado a é
DANALa llamada nos despierta. Killian se sienta en calzoncillos en la cama y creo ver como cruza los dedos. Yo lo sé en cuando veo el movimiento de sus músculos y como aprieta el puño en celebración, así que cuando cuelga el teléfono me echo sobre su espalda y me cuelgo de él como un mono.—Estás de cuatro semanas.—¡Qué bien! —exclamo.Me gira en su cuerpo y termino sentada en su regazo.Es domingo y parece que se le ha olvidado el lío que tiene fuera de casa. De echo no parece el jefe de ninguna banda ni un hombre que intimide. Está feliz dentro de casa y con nosotras.Mientras yo tomo el sol en una tumbona, él enseña a Sofía a nadar y se le sale el corazón por la boca cuando la ve correr por el borde. A mi también.—¡Sofía! —grito—. Que no corras por ahí, te puedes caer.—Hazle caso a tu madre —le reprende Killian.Se planta al borde y flexiona las rodillas.—¡Papá cógeme! —exclama y se tira. Su padre la coge al vuelo—. ¡Mamá ven al agua!Me levanto de la tumbona y me tiro de cabe
DANAKillian lo intenta pero creo que es imposible. Todas las mañanas dejamos a Sofía en el colegio y me arrastra con él al club para no dejarme sola en casa con los ocho meses de embarazo. Muchas veces Andrea está conmigo pero hoy no es uno de esos días así que me paso horas sentada delante del escritorio de Killian leyendo papeles de la empresa.—Me aburro —canturreo—. Voy a subir a ver una película o a hablar con los chicos.Él me mira de reojo. Hay muchos chicos que han entrado nuevos al club, otros tantos se han retirado para formar sus familias o por mellas de las peleas. A mi ni se me ocurre discutir con Killian el echo de que puede dejar la banda y centrarse solo en la empresa; él lo dice: esto es su vida, le gusta y lo disfruta. Solo nos armaría una discusión si intento decirle que deje este mundo.—Que no se pasen de listos —me advierte.—A algunos les da miedo hablar conmigo por tu culpa.—Eres mi mujer, tienen que saber los límites.Le doy un beso y subo las escaleras. Me
DANACuando por fin nos asentamos y hemos cogido de nuevo el ritmo a las noches en vela y a tener un bebé en casa, Killian se atreve a organizar una reunión en el club para que todos conozcan a nuestra pequeña Alina.Sofía corretea con otros niños por ahí y arrastra de la mano a Josh que no puede seguirle el ritmo y se queda dormido en el regazo de Andrea durante la comida. Si corretea por ahí por lo menos llegará cansada a casa y dormirá del tirón. Y Killian necesitaba beber con sus amigos y quitarse de encima la carga de la paternidad durante un rato.—¿Está invitada? —me pregunta Andrea en un susurro y sigo la dirección a la que mira.Frunzo el ceño. No, no está invitada pero yo le dije a Levi que no tenía problema en verla por aquí. Es la primera vez que Jess está cerca de mi familia, nunca ha visto a mis hijas y ahora Sofía casi se choca con sus piernas. Son incapaces de reconocerse.—No me importa —digo. No lo hace, no pienso en Jess como mi hermana. Ya solo es una persona más,
—Tráeme agua, inutil.Resoplando me arrastro hasta la cocina para complacer a mi hermana, Jess, es lo mejor para no discutir. De todas formas cuando discutimos yo nunca tengo la razón para nadie salvo para mi misma. Nuestros padres me odian y siempre están de su lado. Para lo poco que me queda aquí prefiero pasar desapercibida.Cojo un vaso del armario y lo lleno con agua del grifo reservándome los pensamientos de echarle sal, azucar o algo por el estilo para que le sepa la boca mal todo el día. Le llevo el agua y me encuentro en el salón con nuestros padres, serios, rectos, sin fingir que son perfectos aunque se lo crean. Me arrebata el vaso de las manos y casi moja el suelo, menos mal que no porque me hubiera tocado secarlo a mi.—Tenemos una reunión en dos horas, van a venir unos socios. Ya sabéis lo que hacer.Sí. Jess tiene que ponerse guapa para ver si consigue ligarse a alguno de esos "socios" y sacarles el máximo partido y yo tengo que encerrarme en mi habitación. Yo siempre s