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—Felicidades —dice la doctora con entusiasmo, mientras me siento—. Necesitamos hacer otra cita. Se la dejaré en cinco semanas—ella perjura que tengo intenciones de regresar y mientas me observa la enfermera viene hacia mí y me quita el catéter, parece que ya estoy estable—. En este momento podemos determinar las semanas exactas de su bebé y establecer una fecha de parto probable. Puede vestirse.
¡Qué fácil! Es una noticia que aún no puedo procesar y sin tapujos me dice que debemos hablar sobre el parto.
¡No! No estoy segura de lo que haré y de lo que pasará en mi vida.
—Gracias —me levanto y me visto a toda prisa.
Tengo un pequeño bebé dentro de mí. Cuando termino de vestirme, la enfermera nuevamente me lleva a la cama, aunque no quiero acostarme en estos momentos, ya que lo único que quiero es irme a encerrar a mi habitación y gritar sobre mi almohada.
—Mientras tanto me gustaría que comenzaras a tomar ácido fólico, vitaminas penetrales y alimentarte bien. Cualquier duda puedes l