Mía
Escucho una voz a lo lejos, demasiado lejano como para comprender lo que dice. Quiero abrir los ojos y despertarme, pero los párpados me pesan demasiado. Despego los labios para hablar, pero mis cuerdas vocales tampoco quieren trabajar.
No se que ocurre, pero a medida que pasan los minutos consigo aclarar la mente. Marcus toca mi mano y me habla. Despacio consigo abrir los ojos. No logro enfocar del todo, pero sus manos acarician mi cara.
- Por fin has despertado. Estaba muerto de miedo - Admite.
Para que diga que él tenía miedo he debido estar grave. Siento una punzada de culpabilidad por haberme puesto en peligro. En realidad no me dió tiempo a pensar demasiado, simplemente actué.
- ¿Mi hermano está bien? - Pregunto entrelazando mis dedos con los suyos.
Asiente conteniendo la rabia. No ha debido ser fácil para él, y eso le da mucho más valor.