MARSHALL
No me hizo ni una gracia tener que dejarla en ese lugar inmundo, pero ella es necia y caprichosa y lo menos que quiero es que esté de mal humor y menos ser la causa de este, y aunque le duela a mí orgullo también debo aceptar que, conociendo a Gabriela, Piper ya no estaría muy segura que digamos.
A pesar de que puse a la mitad de mis guerreros en ese lugar para protegerla sigo sin sentirme del todo tranquilo.
Aleje a Piper de mi mente por un momento y me centre en las personas frente a mí, me obligó por simple hipocresía a sonreír y aceptar el abrazo de la mujer que me dio la vida.
—¡Mi pequeño cachorro, ¡cuánto te he extrañado! — exclamó apretándome entre sus brazos obligándome a mantenerme agachado a su altura.
Solo por cierta castaña me gusta soportar los dolores de Espalda.
— No lo dudo madre— respondí y me solté de su abrazo intentando no ser brusco.
— Hace cuánto que no te tomas el tiempo de visitar a tus padres —reprochó mi padre.
—Soy un alfa, tengo una manada que man