PIPER
Desperté sonriente, radiante, feliz, al menos me sentí así hasta que sentí un peso sobre mi pecho y suave piel en mi mejilla.
—¡América maldita sea quítate de encima! — chillé intentando apartar su pie de mi mejilla.
Tiene su otra puerta encima de mi estómago y ella está profundamente dormida, estirada cabeza abajo y con el pelo hecho un desastre.
Por más que la removí no logré sacármela de encima y menos despertarla, tuve que escribirme lentamente hasta lograr salir de la cama.
Bajé las escaleras intentando arreglar mi cabello enredado, no voy a negar que se sintió raro no poder despertar en mi habitación en la mansión y al bajar encontrar a Maria en la cocina, pero encontré algo mucho mejor.
—¡Buenos días papá! —salude sonriendo.
El devolvió la sonrisa, me tendió una taza de café con leche y luego un beso en la frente, agradecía cada vez que él hacía ese gesto, desde hace mucho tiempo no sentía sus labios en mi frente y la verdad estaba extrañándolo mucho.
—Esta vez te tocará