Al escuchar cómo él viene caminando hacia la habitación, giro mi cuerpo para darle la espalda a la puerta, cierro los ojos para fingir que estoy dormida.
“¿Cuántas veces no he hecho esto antes?”, me pregunto mentalmente mientras espero que él entre.
Siento un gran nudo en mi garganta, me esfuerzo por reprimirlo mientras escucho cómo Christian abre la puerta, me obligo a controlar el llanto y las emociones que me están invadiendo.
Hago un enorme esfuerzo por no levantarme y gritarle todo lo que estoy pensando. Me duele, realmente esta vez me ha dolido.
¡Soy una tonta! ¡Soy una tonta! ¡Soy una verdadera tonta! Aunque le grite, le reclame y llore frente a él, su respuesta no cambiará, será la misma de siempre.
- ¡Tú sabías quién era! No me culpes por crearte una maldita fantasía que no existe… ¡Te odio! ¡Me estorbas! ¡No te amo! ¡Es más, nunca te quise! ¡Eres la elección de mi abuelo! ¡Recuérdalo! ¡Solo eres una maldita escuincla que se metió en mi vida con el favor de mi abuelo!
Todas aquellas cosas que Christian decía eran un cúmulo de todo lo que a lo largo de 3 años he escuchado, una y otra vez. Algunas veces son indiferentes, algunas otras están cargadas de ira y rencor.
Estaba perdida en mis pensamientos y en los recuerdos de las múltiples ocasiones que he pasado por esto, cuando de repente… Siento sus labios en mi frente, toma un mechón de mi cabello que cubría mi cara y lo coloca detrás de mi oreja.
Su beso se sintió como fuego ardiente, me quema, me lastiman, me duele… ¿Cómo un beso puede doler tanto?
El nudo en mi garganta amenaza con salir en llanto incontenido, mi dolor está a punto de brotar como dos ríos que cubrirán mi rostro.
No logro comprender por qué acaba de hacer aquello. Su maldito perfume se ha colado en mi nariz, ese aroma que, desde que lo conocí, se quedó impregnado en mi mente y que siempre he disfrutado, ese que puedo olfatear por las mañanas y por las noches, hoy amenaza con hacerme abrir los ojos.
Ruego, porque haga lo mismo de siempre, llegar, bañarse, quitarse el aroma de otra mujer e ignorarme, tal como lo ha hecho en estos 3 malditos años, pero no.
Hoy particularmente puedo sentir cómo me observa, siento su maldita mirada, ¿Por qué lo hace? ¿Por qué se sale de la rutina? ¿Qué demonios quiere?
Al sentirme incómoda con su intensa mirada, hago como si fuese a despertar, aquello provoca que él se gire y regrese a su rutina normal.
Inmediatamente, abro los ojos y hago algo que ni yo misma lo hubiese esperado, ¿Qué me provoca hacer esto? ¡Ni yo misma lo sé! Pero me incorporo y hablo…
- ¿Por qué, Christian? ¿Por qué no puedes amarme como yo te amo a ti? ¿Por qué nunca me has dado la oportunidad de amarte? -digo y siento cómo mi voz se quiebra y el nudo en mi garganta poco a poco va subiendo para salir.
Sea cual sea su respuesta, sé que después de hoy ya no hay vuelta atrás, mi decisión es firme.
Antes de irme, me quiero arriesgar y quiero saber la respuesta a aquellas preguntas.
Veo que se detiene, se gira para verme y yo, yo solo siento cómo mis lágrimas calientan mis mejillas. Ya no me importa escuchar la misma cantaleta, cierro los ojos al sentir el dolor en el pecho que el nudo en mi garganta produce.
Me sorprendo cuando una mano toma mi cabeza y con fuerza me atrae hacía ¡SUS LABIOS! Él me besa, no, no puedo creer lo que está pasando, me quedo pasmada al sentir cómo él me está besando.
Devora mis labios, su beso sabe a alcohol y cigarro, ¡Está ebrio! ¡Es claro que está ebrio…! Me digo mentalmente.
Quiero alejarme de él, pero sostiene mi cabeza con fuerza y su otro brazo acaba de envolver mi cintura para atraer mi cuerpo hacia él.
Cuando menos me lo imagino, me empuja para recostarme en… ¡Nuestra cama…!
Solo despega un poco sus labios de los míos para tomar un respiro. Yo abro los ojos y puedo ver sus hermosos ojos azules celeste, me sorprendo al ver cómo me mira.
Él nunca lo ha hecho, él nunca me ha mirado como hoy, sea como sea, pase lo que pase, hoy es mi última noche aquí, así que solo me dejo llevar por aquella mirada.
- ¡Flor…! ¡Yo sí te amo…! -dice y no sé cómo tomar aquellas palabras.
Sus manos comienzan a recorrer mi cuerpo, él no me había vuelto a tocar desde nuestra noche de bodas y, aquello fue un completo desastre.
Tiemblo al sentir cómo sus manos poco a poco me van despojando de mi pijama. Siento cómo desabotona mi camisa, al hacerlo quedan expuestos mis pechos, él se levanta y admira mi cuerpo.
Yo, yo solo puedo ponerme roja de vergüenza, se inclina y comienza a besar mi cuello, poco a poco va trazando un camino de besos hasta llegar a mis pechos.
Sus manos son hábiles, ya que mientras me pierdo en aquellas raras sensaciones, sus manos poco a poco van haciendo descender mi short.
En menos de lo que imagino, estoy completamente desnuda, él besa mi cuerpo con una alevosía que jamás había puesto en mí.
Tan solo el hecho de que me esté besando es algo que no puedo creer. Él aún tiene la ropa puesta y no sé qué hacer, no sé cómo actuar, no sé si esto es una trampa, no sé si solo quiere burlarse de mí.
“Flor, no lo pienses tanto, tú ya tomaste una decisión, ¿No? Mañana, antes de que amanezca, te irás de aquí, Matías y Blanca te esperarán fuera de la mansión y comenzarás una nueva vida lejos de este hombre…” Me dice una vocecita en mi interior.
Con movimientos torpes de mis manos, intento desabotonarle la camisa, él me mira y sonríe.
Rápidamente, se quita el blazer y su chaleco, no tuvo que pasar mucho tiempo antes de que él quedara completamente desnudo.
Es la primera vez que puedo verlo así, no es que nunca lo hubiera visto desnudo.
Él jamás se cohibía por mi presencia, pero más bien se paseaba desnudo por la habitación, como una pésima broma, me mostraba lo que jamás sería mío.
Esta es la primera vez que lo veo así, lo veo que se acerca a mí, es la primera vez que él y yo haremos el amor…
Como dije, nuestra noche de bodas estuvimos juntos, pero él estaba ebrio, estaba molesto, estaba frustrado, yo nunca supe por qué, pero en un acto de mera idiotez, dijo que cumpliría con mis responsabilidades de esposa.
Yo, yo jamás había estado con un hombre, aquello no fue nada agradable para mí y él se dio cuenta.
Cuando lo hizo, él simplemente se alejó, se disculpó y no quiso volver a tocar el tema y, por consiguiente, a mí tampoco me volvió a tocar en estos 3 años de matrimonio hasta hoy.
Dejo de pensar en ello y miro al hombre que está sobre mí. Estoy nerviosa, desde aquella ocasión jamás volví a estar con él y hoy que he decidido a marcharme, hace esto.
Toma una de mis piernas y comienza a besarla desde mi pie hasta llegar a mi vientre. Cada vez que me lanza una mirada con esos ojos azules celeste, provoca algo en mí que no sé cómo explicar.
Una de sus manos toca mi zona íntima, siento cómo uno de sus dedos rosa mi zona íntima, lo veo cómo sonríe y yo, yo no sé qué sucede, pero aquel toque me hace querer más, me hace desear más.
Me besa y puedo sentir como su miembro rosa, mi vientre, me cruzan por la mente recuerdos de lo que pasó hace años y me pongo tensa de solo recordarlo.
Él, poco a poco, siento cómo busca entrar en mí, yo solo pego un respingo al sentirlo, no sé cómo reaccionar, esto es algo que nunca imaginé, él debió ver miedo en mis ojos porque de manera muy sutil besa mi frente y dice:
- Te prometo que no te dolerá…
Yo lo miro con asombro, ¿Qué le sucede? Él no es así, él… Luego de ello, ¡Dios! Siento cómo entra en mí, siento sus movimientos, lentos, pero me hacen sentir cosas que jamás he sentido, me besa y me hace perderme en aquel beso.
Solo por hoy y ahora, me pierdo en este momento. Dejo de sobre pensar las cosas y me dejo llevar por todo lo que me está haciendo sentir. No niego que si me dolió un poco, pero esto está siendo muy diferente a lo que paso hace 3 años.