El Coronel llevó a la madre de su hijo hasta la que había sido su oficina sin decir una sola palabra. Sabía que la mujer estaba enojada por algo y aunque se preocupaba por ella y quería preguntar que le pasaba, no lo haría. Al menos no directamente.
-¿Qué haces aquí?—preguntó fingiendo molestia.
-¿En serio creíste que dejaría a mi hijo contigo sin supervisión?
A veces eran sorprendentes las formas tan similares en que pensaban, ambos habían puesto a gente a espiar a su hijo, pero cada uno por distintas razones.
-¿Descubriste algo interesante?
No le gustaba ser tan sínico con ella, pero ya era más una costumbre que un gusto.
-¿Interesante? No. Creo que la palabra correcta es: estúpido.
El hombre no pudo retener la sonrisa, jamás podría evitar reír si estaba con ella, independientemente de la situación.
-Parece que tu nuevo esposo ha ampliado tu vocabulario.
Le hubiera encantado verla sonreír, hace mucho no la veía hacerlo con él.
-Ya basta de bromas Christ, no vine hasta aquí