Lisa
Estaba en mi oficina y Akira entró.-Vamos a otra parte- me dijo.-Tengo trabajo pendiente por hacer, será otro día- cerró la puerta y le puso seguro.-¿Qué estás haciendo?- se acercó a mí y jaló la silla-. Ya no comiences con tus cosas.-¡Cállate! Habíamos quedado en algo, pero al aparecer lo olvidaste.-Sí, lo olvidé.-Pues yo no- puso su mano en mi cuello y me obligó a mirarlo -. Tal parece que esos labios necesitan de los míos- lamió mis labios y me besó, esta vez fue él quien dejó escapar un quejido tierno. Hace mucho no lo escuchaba quejarse así y menos por un simple beso-. ¿Aún no me vas a escuchar?-No tengo que escuchar nada, ya escuché suficiente, ¿Cómo puedes ser tan cruel?