Me acerqué a mi escritorio y marqué a la extensión de Kanji.
—¿Puedes pasar a mi oficina?—Ya voy para allá— colgué la llamada y me quedé vigilándo al extraño.En alguna parte me parece haberlo visto y no puedo estar loca. Las veces que me ha sucedido esto, terminan pasando cosas indeseables. Kanji llegó inmediatamente a mi oficina.—Buenos días, Srta. Leiko.—¿Me dirás quién es él?—Sí, es alguien interesado en el puesto de supervisor. No pude hacerle la entrevista, ya que tengo mucho trabajo pendiente y lo mandé a esperar por ti aquí.—¿Estoy siendo una molestia?— preguntó el desconocido.—No, hagamos la entrevista. Gracias Kanji, eso era todo.—A tu orden—sali&oa