Akira—Cuando grande quiero ser un superhéroe, mamá.
—¿Y eso por qué, mi amor?
—Para protegerte de todos los chicos malos.
—Eres tan lindo, Akira. Estoy segura de que vas a poder serlo— me abrazó fuertemente.
Sus abrazos siempre fueron tan cálidos.
—Llegó tu padre. Ve a tu cuarto, pequeño.
Siempre me dedicaba la misma sonrisa de siempre, sin importar las circunstancias.
—Eva, ¿Dónde mierdas te metiste? — la voz de mi padre siempre era firme y ruidosa —. ¿Aún no has preparado la cena? Eres una perra buena para nada.
Los golpes que le proporcionaba a mi madre se podían escuchar, a pesar de estar detrás de la puerta de mi cuarto. No podía hacer nada.
—Te leeré un cue