Capítulo 20. Condiciones

Capítulo 20. Condiciones

—No te lo estoy pidiendo, Emila.

—Yo no soy como ellas, recuérdalo. Podrás ser mi dueño y todo lo que tú quieras, pero no soy una de ellas.

Cuando creía que su mano desaparecería y saldría una garra que me arrancaría la cabeza de un tajo, Lucien comenzó a reírse.

—No me tienes miedo y eso me gusta. ¡Ponte el puto vestido hasta que te traiga la ropa nueva!

Bipolar, ya decía yo... Paso hasta el baño y me pongo ese horrible vestido. Salgo y veo que sigue en la habitación.

—¿No tienes trabajo?

—Sí, y mucho —dice sin levantar la cabeza de un montón de papeles.

—¿No tienes un despacho para esas cosas?

Ahora sí levanta la cabeza y me mira enfadado. Bien, Emila, tú sola estás cavando tu propia tumba por no mantener tu maldita boca cerrada.

Me siento junto a la ventana y miro el paisaje. Aquí no hay televisión, tampoco tengo un teléfono como los demás; es más, nunca he tenido uno, pero parece divertido porque la gente parece pasar mucho tiempo con ellos y n
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