CAPÍTULO VEINTINUEVE
— ¿No necesitas que te lleve, cariño?
— No hace falta mamá, gracias. — Bajaba las escaleras del porche dirección a la acera para irme caminando. Nuestro coche estaba en frente por lo que mi madre iba pegada a mí.
— Hija. Que tu amigo no sea el culpable, no quiere decir que me vaya a gustar que estés con él. Ten mucho cuidado. — Acaricia mi mejilla.
— No me voy con él. Ya te lo dije. — Aparto su mano de mi rostro. — Hemos roto.
— Lo siento, cariño. Pero es lo mejor.
— Sí. Claro. — La miro rápidamente a los ojos muy seria y me doy la vuelta y me alejo.
Llamé a Arun y decidimos encontrarnos en el parque en ve