CAPÍTULO VEINTIOCHO
Apenas tuve tiempo de subir hasta mi cuarto porque mi madre ya estaba en la entrada con las llaves del coche preparadas. Algo absurdo ya que Elliott vive a unos quince minutos a pie.
Nos subimos en el coche, mi madre se abrochó el cinturón y fijó su vista en la carretera, yo me limité a estar en silencio y preparar un escenario en mi cabeza de la próxima hora de mi vida.
— ¡Joder! ¡Qué susto! — Mi madre frena bruscamente haciendo que nos revolquemos del impulso hacia delante. El coche se detiene en seco. Yo llevo mí vista hacia algo en movimiento que llama mi atención: un gato negro. Otra vez.
Siempre que veo uno no puedo evitar pensar en Shadow. Me siento culpable porque no pude darle una buena vida, o la oportunidad de vivir, directamente.
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