La cama se sentía vacía y fría. Una señal de alarma por parte del lobo de Cristián llegó a su cabeza y abrió los ojos con sus orbes oscureciéndose.
Miró a su lado y encontró las sábanas aun regadas, apenas con un leve aroma, evidencia de que su pareja estuvo allí. Pero y dónde estaba ahora.
Enfocó sus sentidos y el olor de ella le llegó. Estaba dentro de la casa, pero no estaba sola.
Apretó los dientes con sus colmillos amenazando por salir. Su paciencia se estaba acabando poco a poco y lidiar con una compañera tan problemática no estaba en sus planes, incluso cuando se derretía delante de ella. No recordaba que su madre le diera tantos dolores de cabeza