Un grito de dolor se contenía en los labios de Alisha mientras tantas agujas que no podía contar se enterraban en su piel. Las gruesas correas de piel la ataban a la mesa lastimando sus heridas apenas cerradas y a cada intento de convertirse buscando liberarse la presión en su cuello la sofocaba.
¿Dónde estaba su pareja? ¿Acaso no le había prometido cuidarla? ¿Por qué no estaba a su lado? Los momentos eternos en aquella celda, fría y húmeda solo le hacían extrañar el calor de sus brazos cada vez que la rodeaba. Si ella no hubiera sido tan terca y se hubiera dejado conquistar más fácil hubiera aprovechado el poco tiempo que estuvieron juntos.
Una lágrima corrió a lo largo de su mejilla. Podría morir en aquel