Michael
De inmediato Natalie se levanta de la cama y corre hasta el armario que se encuentra en una de las esquinas de la habitación. Regresa con una caja de la que saca un regalo ya envuelto y decorado.
—Preparé esto para ti.
—No debiste hacerlo, ¿crees que no puedo darle algo a tu abuelo por mi propia cuenta? —cuestiono con el ceño fruncido. Natalie agacha la cabeza, parece decepcionada.
—No es eso, es que… no quiero darle una excusa a mi madre para que se burle de ti.
Acaricio su mejilla con la yema de mi dedo pulgar y le hago mirarme a los ojos.
—Ya te dije que no me importa lo que tu mamá piense de mí. No me avergüenza venir de una casta menor a la tuya.
—Lo sé, pero…
Mi dedo se desliza por su labio inferior, carnoso y rosado. Jodidamente tentador para volverla a besar.
—Está bien, princesa, si crees que es necesario, le daré esto. Corre a ducharte, aunque me encantaría que fueras todavía con el aroma de mi cuerpo sobre el tuyo —susurro. Natalie se estremece ante mis palabras, vu