-No puedo creer que estés aquí de verdad -exclamó Britanny mientras abrazaba a Lara-. Por favor, dime que no te irás por al menos un año -añadió, medio en broma.
-Te he echado de menos, Britanny -respondió Lara con una sonrisa. No sabía cuánto tiempo tenía y, desde luego, no quería desperdiciarlo. Pero en ese momento estaba agotada. Había sido un vuelo increíblemente largo en clase turista. Tenía jet lag, estrés por no saber cómo iba a reaccionar Erick y miedo de que su padre se enterara y la persiguiera.
Trató de recordarse a sí misma que su padre no podía tocarla. Era una adulta y no tenía por qué volver allí nunca más si no quería, pero por más que se lo dijera, años de abuso y miedo no desaparecieron de la noche a la mañana.
-Te amo hasta la muerte y no quiero hacer nada más que hablar y hablar, pero puedo ver que apenas estás manteniendo los ojos abiertos. Vamos a sacarte de este aeropuerto y llevarte a mi casa donde podrás dormir durante veinte horas. Una vez que lo hagas, pasar