De todos los escenarios posibles, este no existía en sus planes ni por broma que se tratase. Había lavado su cuerpo lentamente y con la calma que hace mucho tiempo no lo destacaba, en silencio la comprendía, en silencio hacía que los muros de Ana cayeran, sin embargo, entre sus pensamientos e ideas, solo quería algo de forma desesperada.
Que Ana solo se abriera para él.
Ella estaba en su cocina con su franela negra de algodón puesta y con los pies descalzos, era una vista perfecta. Iba de aquí para allá, picaba cosas y probaba algo de la comida que estaba haciendo para él. No tenía ni puta idea de qué estaba preparando, porque su mirada y concentración solo permanecían en su cuerpo y en sus movimientos.
Disfrutaba una paz en este momento que difícilmente conseguía apreciar en el resto de sus días, esperaba que pudiese deleitarse