—Señora Caruso —llamó la doctora cuando llegó el turno de Natalia.
Estaban en el consultorio de la doctora que había atendido el parto de su hermana y estaba llevando el control de su cuñada. Había tenido que hablar con su gemelo para conseguir el nombre y la dirección. Valentino le había dado la información sin hacer demasiadas preguntas, aunque pareció un gran esfuerzo para él no hacerlo.
A Natalia no le había gustado demasiado la idea de cambiar de doctor; sin embargo, después de darle una lista de motivos por los cuales era una mejor opción, ella había terminado cediendo.
Leonardo se puso de pie, le extendió una mano a Natalia y fueron hasta el consultorio.
La doctora los invitó a pasar con una mano y luego cerró la puerta tras de ellos antes de acercarse detrás de la mesa e indicarles que tomaran asiento.
—¿Usted debe ser el señor Caruso? —asumió la doctora. Leonardo notó como Natalia se sonrojaba a su lado.
No sabía si la doctora no lo