El domingo amaneció en la universidad, y Zack, el apuesto joven que compartía clases con Carmen Esmeralda, se levantó temprano, a las 5:00 de la mañana. Su rutina habitual de ejercicio y baloncesto en la cancha antes del desayuno, una costumbre arraigada desde su llegada, le despejaba la mente.
A las 6:00 en punto, subió a su habitación, tomó una ducha rápida y bajó al comedor. Fue entonces cuando la idea que había rondado su mente el día anterior cobró fuerza: buscaría a Carmen Esmeralda. Le había prometido ayudarla a desenvolverse más entre sus compañeros.
Sabía que no sería inmediato, pero con paciencia y constancia, lo lograría. No solo eso; su corazón había sido cautivado por ella, y estaba dispuesto a todo para que su relación avanzara hacia un noviazgo.
Mientras esperaba en el comedor, vio a Carmen Esmeralda entrar por la puerta principal, quince minutos después. Ella tomó su bandeja y se sentó sola. Zack se acercó, decidido a iniciar la conversación.
"¡Hola, amiguita! ¿Cómo