Liam era sincero en sus palabras, conocía muy bien a Jackson, sabía de sus negocios sucios, o al menos eso era lo que intentaría probar, así su abuelo no diría absolutamente nada si Jackson fuera a la cárcel.
—¡Vete! Tengo mucho trabajo y tú solo me distraes —dijo Liam con su mirada perdida en los documentos.
—Vaya que si me voy, o mejor dicho quiero ver a esa muñequita que tienes aguantado tu mal humor todo el maldito día. ¿Dónde la conseguiste? —habló Diego, con una enorme sonrisa dibujada en su rostro.
—¡No te atrevas a decirle absolutamente nada! —exclamó Liam evidentemente molesto. Sabía perfectamente era un mujeriego empedernido
—Así que mi amigo por fin quiere abrirle las puertas a la vida, ¡ya era hora! Solo no te vayas a enamorar —dijo Diego antes de salir de la oficina de Liam.
Era salir o morir en manos de su amigo. Diego conocía muy bien a Liam y sabía muy bien que era hora de huir.
Olivia echó su cuerpo hacia atrás, por más que quisiera concentrarse no podía, su cabeza e