Capítulo 57. Callejón sin salida.
Maxwell, quien se encontraba bebiendo de su taza de café, la apretó fuertemente; sus nudillos se volvieron blancos por la fuerza que ejercía.
Pues la pregunta de Aurora le causó gran impacto.
—¡Cómo! ¿Qué clase de pregunta es esa, Aurora? ¿Cómo te atreves a decir eso en medio de un desayuno familiar?
—No me dejas otra alternativa, Maxwell. Casi nunca puedo entablar una buena conversación contigo y cada vez que intento acercarme a ti, me terminas alejando. Por eso te hago esta pregunta delante de todos los presentes, incluyendo a tu madre, porque sé que estando ella me vas a responder como se debe. Así que responde, Maxwell. Dime, ¿acaso tienes otra mujer? ¿Amas a otra mujer? Dime, Maxwell, quiero saber la verdad.
Maxwell se arrepentía mentalmente, una y otra vez, de haberle propuesto matrimonio a Aurora. Estaba comenzando a ser un dolor de cabeza insoportable; había olvidado lo necia y obstinada que podía ser.
—Realmente me molesta este tipo de preguntas. Tú, que mejor que nadie sabe