¡Lo siento Padre!

Ishmalkahama estaba completamente seguro por ser el único dios todopoderoso que alguno lo retara y le hiciera frente ante su inigualable poder, solo que de gran manera se estaba olvidando que el dios todopoderoso de la antigüedad de igual forma dotó de poderes similares a los de un dios a los que ahora estaban enfrentando su deidad y se atrevieron a irrumpir en su gracia.

Ya habían rasgado parte de las vestiduras de Ishmalkahama de la manera más inmunda posible, mientras que Hera ahora poseía el control de los cielos tras haber aprisionado a sus arcángeles y avanzado por los nueve cielos hasta llegar a la ciudad con su oscuridad, pero Hera no iba a entrar en acción de no haber necesidad de hacerlo. Deseaba con todo su ser el hecho de ver a Ishmalkahama destruido y acabado, pagando por sus propios pecados y crimines del pasado.

Habiendo exclamado desde el noveno cielo en silencio para que Ishmalkahama no se percatara de su presencia a pesar que la oscuridad estaba comenzando a inundar
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