Dani
Entreabrí la boca, indignada y sorprendida por lo que dijo.
—Y tú prefieres tu tranquilidad ante que el crecimiento personal y los deseos de tu hija. ¡Mira cómo son las cosas! ¡Y yo soy la egoísta!
—Cuando tengas hijos, vas a entender lo que se siente estar en mi lugar.
—No voy a ir con ustedes, mamá —respondí.
—Dani, toma tus cosas, nos vamos a casa. No pienso dejarte.
—No quiero.
—¡Hazlo! —gritó.
—¡No quiero!
—Dani, si vienes unos días a casa, te prometo que no volveremos a tocar el tema. Prometo que tu madre no volverá a decirte que te mudes permanentemente allá —propuso mi padre.
Mamá lo miró mal.
—¿Acaso tú respondes por mí? —le habló mal.
Pobre Celine. Tener que