RAIZEL:
Estoy en mi despacho con una sonrisa mientras pienso en lo agotada que dejé a mi ninfa después de una apasionada revolcada.
—Alfa… ¿Me mandó a llamar?
Dice Bastián entrando sin haber tocado.
—¿Qué te he dicho de tocar?
Pregunto mirándolo a los ojos y este baja la mirada para luego quejarse como un niño.
—Alfa… Me duelen las manos de tanto tocar… ¿Usted sabe las veces que ya he entrado a éste despacho? Mis pobres manos están sufriendo por esa causa.
Se queja y yo solo ruedo los ojos.
—Es suficiente Bastián… Ahora quiero que me digas… ¿Por qué demonios le dijiste a Adelaida que estaba hablando con Beatriz?
Su rostro deja de sonreír y dice.
—Alfa, yo debo terminar la tarea que me encomendó… Ahora vuelvo…
—No vas a mover ni un paso.
Lo detengo y este me mira complicado.
—Alfa… En verdad no fue mi intención… Yo…
Levanto la mano y lo miro.
—Nunca es tu intención Bastián, pareces vieja chismosa… La verdad es que deseo con toda mi alma que tu mate sea tan celosa que no te deje solo ni