Las gemelas salieron de los juegos, y corrieron con papá y mamá.
Marina y Victoria iban saliendo del baño. Victoria ya estaba más tranquila después de su gran decepción, aunque ver a Russell le seguía doliendo en el corazón.
—¡Mami, papi, vengan! —exclamaron las pequeñas, tomando sus manos y llevándolas con ellos.
Victoria los vio salir del salón de fiestas, y luego fue con ellos, entonces Russell y sus hijos los siguieron.
Mario y Mariano detuvieron a Danna, apartándola de su papá.
—Danna, Ady y Mady pedirán un deseo en la rueda de la fortuna, ¿Podríamos subir y todos pedir el mismo deseo juntos? ¡Así se hará realidad, rápido —dijo Mariano
Danna los miró extrañada, con gran duda.
—¿Y qué deseo pedirán?
—¡Volveremos a pedir una nueva mamita! —dijo Mario ilusionado.
Los ojos de Danna se ensancharon ante sus palabras, ella fue y les dio un manotazo sobre la frente de cada uno, mientras se quejaban.
—¡Ay! ¿Por qué nos has pegado, Danna? —chilló Mariano.
—¿Por qué? ¡Cómo pueden