Marina salió de ahí, llamó a Leonor y le informó que llegaría más tarde.
Ella condujo su auto hasta el lugar que le indicó esa mujer. Sabía que corría peligro, nunca más iba a volver a confiar en su examiga, pero, temía que revelara su verdad o hiciera algo más con tal de lastimarla.
«Ahora Alana está aquí, si se entera de la verdad, podría quitarme a mis hijas, por todo el odio que tiene en mi contra», pensó.
Leonor estaba viendo televisión, las gemelas estaban en su habitación, debían terminar los deberes e ir a dormir.
—Papito CEO vendrá pronto y nos llevará a patinar como lo prometió, Mady.
—¿Y si lo llamamos?
—Sí, pero hay que esperar a que mami vuelva, y así tomamos su teléfono y lo llamamos de nuevo.
—¡Sí! —exclamó Mady—. Y le mostramos la foto, para que sepa que mami lo ama muchísimo, así él podrá decirle que también la ama mucho, y podrá venir y vivir con nosotras.
Leonor escuchó el timbre, estaba asustada, cuando miró por la mirilla vio al hombre parado frente a la pu