—Si quisiera matarte, ¿No crees que lo habría hecho ya? Marina, solo eres una miedosa, vamos, bebe, celebra conmigo, demuestra que no me tienes miedo.
«Si no bebo, seguro me obligará o hará lo que sea, aún no sé de lo que es capaz, en realidad no quiero saberlo, tengo miedo», pensó.
Un hombre se acercó a ella, y le dijo algo al oído. Sylvia optó por levantarse, se giró para escuchar mejor y no permitir que Marina escuchara nada de esa conversación.
Marina supo que tenía un solo instante para cambiar su destino y salvarse; intercambió las copas, sin que Sylvia la pudiera ver.
Sylvia hablaba con ese hombre en voz muy baja, tanto que Marina no pudo escuchar nada de lo que hablaban.
—Señorita, el hombre que pagó mucho dinero por la prostituta está afuera, y está un poco desesperado, quiere ya mismo a la mujer.
—Que espere, ya casi podré darle a la mujerzuela, recuérdale que debe estar con ella en la habitación que le indicamos, ¿Tienen las cámaras listas para grabarlo todo?
El hombr