—¡¿Cómo puede ser?!
El movimiento brusco hizo que todos en la oficina la voltearan a ver.
Clarissa echó una mirada rápida, salió sin decir nada y fue directo a las escaleras. En cuanto cruzó la puerta, las piernas le fallaron y se apoyó contra la pared.
Ahí fue cuando notó que tenía el cuerpo entumido y no tenía ni idea de cómo había logrado llegar hasta allí.
—¡No tiene ningún sentido! —murmuró, apretando el celular.
Por su parte, Giovanni, al teléfono, observaba dos planos que eran prácticamente iguales, mientras le daba golpecitos al celular con los dedos.
—Claro que te creo. Pero igual necesito que vengas esta tarde. El equipo de Inversiones Globo Valero también va a estar. Lo que haya que aclarar, se aclara en persona.
Clarissa asintió, aunque olvidó que él no podía verla.
Fijaron la hora. Después, Clarissa bajó el brazo con el que sostenía el teléfono y dejó que su espalda resbalara por la pared hasta quedar en cuclillas.
Con una mano en la frente, recordó la llamada de Tatiana.