Capítulo 5 - Tristeza

Grecia...

Me desperté cuando los rayos del sol alumbraron la habitación. Por un momento no supe dónde estaba pues sentía un dolor horrible en la cabeza, me levante un poco y mire la sabana envuelta en mi cuerpo desnudo.

« ¿Qué había hecho? » me cuestione, ¿Por qué era tan estúpida como para dejarme llevar?

Mire como Dante tenia su mano en mi cintura, su tacto era cálido, cariñoso... mirarlo dormido me dio un profundo sentimiento de paz. Pero al recordar todo lo que había pasado la noche anterior, me recrimine a mi misma por cruzar de ese modo la línea, esa línea que es prohibida para los dos... ¡Mierda! ¡Esto no puede ser!

Me levante y fui directo al baño, tome una toalla y me metí directo a la ducha tratando de calmar todos esos sentimientos de culpa y traición que me invadían sin piedad. El es mi familia, ¿Por qué hicimos algo tan estúpido? Me sentí la peor persona por fallarle a mi familia, a mis principios... ¡Joder, esto no puede seguir así!

Tenia que dejar en clara la situación, esto no pasaría de nuevo, debía ser fuerte, aunque mi cuerpo reaccionara con solo el pensamiento, mi mente era mas rígida, mas firme. Me limpie las lagrimas decidida a poner fin a mi situación, esta que me carcomía por dentro.

Sali de bañarme, tomé la ropa que me había prestado anoche y fui directo a la cocina sin despertarlo. Necesitaba despejar mi mente, planear mis movimientos cuidadosamente. Estaban muchas cosas en juego si alguien descubría lo que habíamos hecho, nuestra familia, nuestras carreras... mis sueños... no podía perder eso por una noche de calentura.

« ¡Si, calentura; eso debe ser! » aunque la mención de la palabra fuera como un ligero piquete de dolor en mi corazón, también debía ser clara con todo esto.

Saqué los alimentos del refrigerador y comencé a preparar un desayuno completo como a el le gusta, huevos, pan, salchicha frita, jugo de naranja y cereal. El alimento de un militar prepare el mío también y me quede observando la puerta de su habitación, la cual aún no se abría.

Mi mente viajo a todos los recuerdos de las experiencias que hemos vivido juntos, ha estado conmigo desde que tengo memoria. Lleno y viniendo a donde siempre he querido. Las veces que lo convencí de ir a las carreras de autos y motocicletas aun cuando nos castigaron por ello.

Las veces que me dormí en sus brazos porque ahí es donde me sentía segura, las escapadas a los casinos donde la mayoría de las veces salíamos con el triple de lo que apostamos. Aquel momento en que los dos nos inscribimos en la escuela militar con tal de cumplir nuestro sueño... volar por las nubes a toda velocidad.

Las charlas en el pasto a medio día y a altas horas de la noche, divagando sobre lo que haríamos en el futuro. Con quien nos casaríamos, de quien nos enamoraríamos.

Una lagrima corrió por mi mejilla, no entendía el por qué, pero me dolió recordar eso. Lo mejor era, hacer como si nada hubiese pasado. Dejarlo en una noche de sexo gracias al alcohol y nada más.

Me levante cuando la cafetera emitió el sonido indicándome que el café estaba listo, me serví una taza y camine de regreso al comedor percatándome de que Dante iba saliendo con solo un short puesto, mire su pecho descubierto, sus increíbles pectorales... ¡Es un dios griego!

« Cállate, enfócate Grecia. »

— Te levantaste antes... — murmuro un poco temeroso.

— Si... hice el desayuno por si quieres sentarte — dejé la taza en la mesa y lo volví a mirar. De verdad que este hombre estaba muy bueno.

— Gracias por eso... — dudo en acercarse a mí, así que decidí hablar y decir mi pensar.

— Quiero dejar en claro que, lo que paso anoche, fue un completo error — exprese con determinación — tu y yo somos familia y esto no puede ser, para mi fue solo sexo y espero que así sea para ti. Lamento haberte usado como mi panó de lágrimas, no debí hacer eso y me disculpo.

— Para mi no fue solo sexo... — murmuro, lo mire confundida y a la vez molesta.

— ¿Qué pretendes decir con eso? ¿Eh?

— Que... que para mí fue más que solo sexo Grecia — solté una carcajada.

— ¡Deja de decir estupideces Dante! ¡Somos familia carajo, esto jamás debió pasar! — inquirí.

— Pues paso Grecia, y jamás negare que me encanto sentir tu piel desnuda sobre la mía — su voz era firme, sin una pisca de duda — y se que a ti también te encanto.

— ¡Ja! ¿Realmente piensas que hay más en mi corazón? No me hagas reír Dante — me cruce de brazos ya enojada — ¿Crees que arriesgaría mi vida por esta locura? ¿Quieres que te diga que para mi fue algo mas que sexo? Pues estas realmente equivocado.

— Entonces, ¿Me dirás que amas a Sebastian? Ese idiota que te lastimo...

— ¡Si, si lo amo! ¡Aunque me haya herido, engañado y lastimado! — brame con furia — ¡Con el no tengo nada que perder!

— ¿Y conmigo sí? — su pregunta fue extraña, no estaba entendiendo el por que de su actuar. ¿Dónde estaba ese hombre comprensivo?

— ¡Claro que sí! — extendí los brazos frustrada — ¡Somos familia, es obvio que nadie aceptara lo nuestro! Mis sueños, mis metas, mi trabajo estarían en juego... inclusive la relación con nuestro padres algo que por ti — lo señale — no estoy dispuesta a sacrificar.

— Claro, ya entendí... gracias por recordarme.

— ¡No te entiendo Dante! Eres mi tío nada más... podemos echarle la culpa al alcohol y fingir que nada paso — a veces ni yo misma podía creer mis palabras, pero debía hacerlo, por nuestro bien. — ¿Has pensado si quiera en tu futuro? ¿Tu carrera como piloto?

— Si, pero no te preocupes que tienes razón — expreso con un ápice de tristeza — somos familia, esto jamás debió de pasar. Lamento si te lastimé o si dije algo comprometedor. Será mejor olvidar el pasado y concentrarnos en nuestras carreras — quería sentirme feliz ante sus palabras, pero, no fue así. Me dolieron... mucho.

— Bien, entonces, sentémonos a comer — pronuncio sin más, hice lo mismo que el comí el desayuno en silencio. Debería sentirme feliz por lo que hice, debería estar tranquila por haberlo hecho entender que lo nuestro era imposible, además ni yo misma entendía mi corazón.

El desayuno fue el mas insípido que alguna vez tuvimos, recogí todo junto con él y le pedí que me llevara a mi casa, cosa que acepto sin dudar. Jamás estábamos callados, siempre teníamos platicas extensas llenas de temas increíbles, pero hoy, todo fue silencio.

Me culpaba por no haberle hecho caso a mi conciencia, arruine nuestra relación por no detenerme a tiempo. Me recrimine una y otra vez mi estupidez. Debí de haber parado, aunque la traición de Sebastián me dolía, no se comparaba con esta sensación de perder a unas de las personas que más amas.

— Llegamos — expreso deteniéndose en la puerta de mi casa.

— Gracias — tome mi bolso y salí del auto — ¿Nos vemos en la base? — pregunte nerviosa, habíamos hecho planes de disfrutar estos días, pero ahora, lo mejor, era estar separados.

— Si, recordé que tengo unos pendientes que resolver así que... nos vemos — me sonrió, asentí y cerré la puerta sin mirar atrás.

Camine directo a la entrada de mi casa, antes de abrir me gire para observarlo, quería verlo, sus ojos, su sonrisa. El también me observaba, sostenía el volante con fuerza, sabía que quería hacer algo, lo conocía perfectamente. Me limite a sonreír y entre a la casa sin más.

— Mi nena al fin llegaste bebe — expreso mi madre al verme caminar por la sala.

— Si mama, Dante me trajo anoche... fue una locura — dije con algo de tristeza, ella se acercó a mí, tomo mi rostro y me observo.

— ¿Qué paso mi reina? — mis lagrimas se acumularon en mi rostro y me solté a llorar — ¿Por qué lloras hija?

— Me engaño mama... Sebastián... — sus brazos me acunaron con fuerza dándome ese calor maternal, la abrase y deje que mis lagrimas salieran sin control.

— ¿Qué te hizo ese idiota mi reina? ¿Le cortamos las bolas?

— ¡Mama! — reímos juntas — me ha estado engañando con Gianna — murmure con voz entrecortada.

— Por algo tu padre decía que no le inspiraba confianza — su comentario me dejo algo impresionada, no esperaba que ellos vieran algo que yo no.

— Debí de haberle preguntado, solo me emocione cuando dijo que lo aceptaba que no cuestione más.

— Esta bien hija, no tienes por que culparte. Estabas ilusionada así que, no té culpes. La vida está llena de decepciones, pero lo que nos ayuda es como los enfrentamos — asentí ante sus palabras, tenia razón. Por mucho que me doliera su engaño yo tenia un futuro y debía velar por el.

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