Traté de no pensar que era un anillo, pero sentí que mi corazón latía con fuerza. Desabroché el moño y quité la pequeña tapa, donde descansaba una llave sobre el terciopelo rojo. Podría decir que me decepcionó un poco, pero no fue así: era la llave de un coche.
Lo miré buscando más explicaciones.
- Sé que querías otro auto... Así que te lo compré.
- Pero dije que lo haría, Noah. Con mi salario.
- Quería dártelo.
- ¿Y qué hiciste con mi otro auto?
- Lo hice llevar a casa de tus padres.
- ¿Hiciste qué? Pregunté, imaginando que no había oído bien.
- Espero que no te importe. No lo necesitamos en absoluto. Y sigue siendo un problema menos para ti. - Él sonrió.
- Noah, ¿cómo pude dejar que te alejaras de mí