Lo siento mucho.
Hardin Holloway
Todo en mi cuerpo imploraba que me levantara de aquel baño, corriera afuera e impidiera que aquella mujer fuera cruel una vez más. Todo decía que debía acabar con ella para siempre, y me sentía descontrolado.
¿Qué demonios hice con mi vida? Aún recordaba no haber recibido ningún tipo de visitas durante la universidad y, en un día cualquiera, fui llamado a una sala cerrada y sombría. Sabía que algo estaba a punto de suceder cuando abrí aquella puerta y el señor Holloway estaba sentado en una silla común, mirándome con la misma rigidez de siempre. Debería haberlo sabido cuando abrió la boca y dijo que había una prometida esperándome en casa... No debería haber peleado ni resistido. Podría haber aceptado mi destino. Si fuera inteligente, habría dicho que sí, pero era un imbécil y estaba a punto de comenzar mi propio negocio.
Ser desheredado aquel día pareció una broma de mal gusto, pero no me importó. Ya pretendía abandonarlo todo y crecer por mí mismo. Aquel hombre nunca